Continúa el clima tenso en España. La caída de los precios el menor consumo de fruta el impago de salarios a los recolectores los inmigrantes irregulares y la llegada masiva de trabajadores despedidos de otras áreas complican aun más el panorama. La crisis incendia el campo. La caída de precios en origen; el menor consumo de fruta que ha paralizado el mercado; el impago de salarios a ‘collidors’ (recolectores) y la llegada masiva de trabajadores despedidos de la construcción y la hostelería en busca de empleo que no encuentran han tensado esta campaña citrícola y amenazan la paz social. Ante el número creciente de inmigrantes irregulares que quieren trabajar de ‘collidors’ las empresas recurren a la huella digital para comprobar si están regularizados.
El comienzo de esta semana anticipó la conflictividad que vivirá el campo valenciano. El pasado lunes AVA anunciaba una huelga general en la citricultura ante el «ruinoso» comienzo de campaña. Ese mismo día La Unió avanzaba una concentración frente a la Conselleria de Agricultura prevista para el 1 de diciembre por la misma razón.
Pero la tensión del campo no se queda ahí. Un millar de ‘collidors’ en su mayoría inmigrantes protagonizaban el lunes un motín en el polígono industrial del Mas del Jutge en Torrent al estar en desacuerdo con los salarios que les ofrecían para la recogida de los cítricos lo que obligó a intervenir a la Guardia Civil.
Todas las fuentes consultadas sean agricultores cooperativas o comercio privado coinciden en que la crisis ha agravado la delicada situación que la citricultura arrastra en toda esta década.
Hay un menor consumo de fruta porque hay menos dinero en los bolsillos. Para salvar esa circunstancia las grandes superficies fuerzan el abaratamiento del producto pagando menos con lo que los ingresos de los productores vuelven a caer hasta un 30%. La tensión de la campaña ha vuelto a generalizar la denominada venta a resultas es decir sin precio predeterminado.
La caída de venta de fruto y el parón consiguiente del mercado llevan también a que se deje de recolectar o al menos se disminuya su ritmo bien porque no se quiere saturar la oferta o bien porque los almacenes están llenos.
Tensión en aumento
Continúa el clima tenso en España. La caída de los precios el menor consumo de fruta el impago de salarios a los recolectores los inmigrantes irregulares y la llegada masiva de trabajadores despedidos de otras áreas complican aun más el panorama. La crisis incendia el campo. La caída de precios en origen; el menor consumo de fruta que ha paralizado el mercado; el impago de salarios a ‘collidors’ (recolectores) y la llegada masiva de trabajadores despedidos de la construcción y la hostelería en busca de empleo que no encuentran han tensado esta campaña citrícola y amenazan la paz social. Ante el número creciente de inmigrantes irregulares que quieren trabajar de ‘collidors’ las empresas recurren a la huella digital para comprobar si están regularizados.
El comienzo de esta semana anticipó la conflictividad que vivirá el campo valenciano. El pasado lunes AVA anunciaba una huelga general en la citricultura ante el «ruinoso» comienzo de campaña. Ese mismo día La Unió avanzaba una concentración frente a la Conselleria de Agricultura prevista para el 1 de diciembre por la misma razón.
Pero la tensión del campo no se queda ahí. Un millar de ‘collidors’ en su mayoría inmigrantes protagonizaban el lunes un motín en el polígono industrial del Mas del Jutge en Torrent al estar en desacuerdo con los salarios que les ofrecían para la recogida de los cítricos lo que obligó a intervenir a la Guardia Civil.
Todas las fuentes consultadas sean agricultores cooperativas o comercio privado coinciden en que la crisis ha agravado la delicada situación que la citricultura arrastra en toda esta década.
Hay un menor consumo de fruta porque hay menos dinero en los bolsillos. Para salvar esa circunstancia las grandes superficies fuerzan el abaratamiento del producto pagando menos con lo que los ingresos de los productores vuelven a caer hasta un 30%. La tensión de la campaña ha vuelto a generalizar la denominada venta a resultas es decir sin precio predeterminado.
La caída de venta de fruto y el parón consiguiente del mercado llevan también a que se deje de recolectar o al menos se disminuya su ritmo bien porque no se quiere saturar la oferta o bien porque los almacenes están llenos.