Los graves problemas citrícolas no se limitan a las clementinas de las que quedan al menos 400.000 toneladas con pocas posibilidades de comercialización. En naranjas también se están sufriendo duras dificultades. En estos momentos de plena campaña de la variedad navelina quedan más de 300.000 tonelada en los campos pero la mitad de ellas no son comerciales porque están afectadas de clareta.La clareta es un deterioro de la corteza de las naranjas que quedan con un aspecto arrugado. No sufren ningún daño interno incluso hay quienes aseguran que los frutos que padecen este problema son más jugosos y sabrosos porque están más maduros pero lo que es evidente es que quedan devaluados para su normal comercialización y más aún para la exportación.
Este año es exagerada la incidencia de esta deficiencia. Los técnicos la achacan a la prolongación de las altas temperaturas estivales durante casi todo el otoño así como también a los efectos condicionados por los nuevos patrones o pies utilizados en la citricultura española moderna; unos patrones que son tolerantes a la tristeza (al no poder utilizarse el viejo patrón amargo muy sensible a dicha enfermedad) pero que tienen a su vez otros aspectos negativos como condicionar adelantos de madurez y acortar el periodo en que determinadas variedades se mantienen en buenas condiciones para ser vendidas transportadas y consumidas en mercados distantes.
La clementina clemenules que es la mayoritaria del grupo de mandarinas aguantaba antaño en algunos sitios hasta casi Fallas en pleno marzo y era habitual que llegara fresca a febrero. Ahora en cambio cuando la producción se ha doblado ya está ‘pasada’ a primeros de enero.
Las cadenas de supermercados de toda Europa que son los que mandan en la compra-venta ya no quieren clemenules pero también le están haciendo mohínes a la naranjas navelina porque la ven sobremadura y por mucho que se seleccione siempre se escapan frutos con la dichosa clareta. Así es que entre unas cosas y otras en los almacenes de las cooperativas y comerciantes no saben qué hacer con tantos destríos. Al menos las naranjas deterioradas tienen mejor salida para la industria pero con resultados económicos ruinosos de saldo.
autor: Vicente Lladró Valencia