Europa se queda sin naranjas en agosto

Europa se ha quedado prácticamente sin naranjas en este mes de agosto en el que la demanda ha sido fortísima en todo el continente, hasta agotar las existencias de las cámaras frigoríficas.

A estas alturas del año, tres meses después de haberse recolectado las últimas naranjas tardías de la temporada en España y en otros países del hemisferio norte, las únicas existencias posibles son las que se guarden en las cámaras frigoríficas o las que provengan del hemisferio sur, cuyos productores están ahora en plena campaña.

El vivo comportamiento del mercado en las últimas semanas contrasta con cierta ralentización que reinaba por todas partes durante los meses anteriores, cuando costaba más vender la fruta de las cámaras. Entre los comercializadores que apostaron por guardar naranja para sus clientes reinó algo de nerviosismo al ver que se paraban las ventas de manera incomprensible, llegándose a temer por el destino de la fruta tardía almacenada.

La buena evolución del mercado abre buenas perspectivas ante el aumento de cosecha
«Nadie sabe de verdad cómo funcionan estas cosas -reconoce un comerciante especializado en cítricos-, si esperas un desenlace concreto fundado en experiencias anteriores, igual te sale lo contrario; no nos explicábamos por qué en junio y gran parte de julio se quedaron muy frenadas las ventas y la gente con ‘Valencia late’ en las cámaras empezaba a inquietarse con razón; y de repente comenzó a dispararse la demanda, no sólo por el tirón del turismo en España, sino en toda Europa, y en poco tiempo se ha vaciado todo y ahora mismo cuesta encontrar una naranja».

Fruto de la psicosis generada por aquella lentitud en las ventas es el comportamiento que están desplegando en el campo los ‘corredores’ que empiezan a realizar compras anticipadas de la próxima campaña. Exhiben precios más bajos que el año pasado, en realidad de hace varias décadas (entre 2,2 y 2,7 euros por arroba de naranja navelina), y argumentan para ello que «la temporada acabó mal». Pura inercia que no está encontrando de momento la justa respuesta del productor porque no sabe aún que aquello que no iba bien se torció para mejor y en este momento no quedan naranjas en todo el continente, ni hay muchas perspectivas de que lleguen ya cantidades importantes del hemisferio sur, porque a estas alturas del verano (invierno para quienes tienen producción ahora) sus campañas están prácticamente ultimadas o programadas y cuesta mucho desviar decisiones sobre la marcha.

Como España tenía mucha producción en cámaras y el mercado europeo iba lento, Sudáfrica, Uruguay… procuraron colocar la mayor parte de sus naranjas en otros mercados, especialmente Asia.

Por otra parte, esta tendencia parece que se va a incrementar en los próximos años. La mayor parte de las cadenas comerciales prefieren contar con naranjas tardías españolas para el verano, y esto no ocurre sólo con los supermercados españoles, sino también con muchos del resto de Europa. En consonancia, las empresas comercializadoras y exportadoras vienen programando últimamente guardar mayores cantidades en cámaras, y así reconocen que se seguirá haciendo en el futuro. Es una tendencia que tiene que ver con la calidad de la fruta para exprimir en zumos frescos, que es el destino preferente en esta parte del año, la proximidad y flexibilidad del suministro y también el precio.

Las cantidades limitadas de naranjas que llegarán próximamente del hemisferio sur a los puertos españoles se están comprando a 0,85-0,90 euros por kilo. Las escasas nacionales que quedan se han colocado a 0,80-0,85.

No son precios baratos para lo que se acostumbra en el sector y hay que añadir gastos de confección, transportes y comercialización hasta llegar a los hoteles o las tiendas de venta al detalle al consumidor.

Por tanto, los argumentos que se escuchan estos días en los bares y cenáculos, donde los agricultores tantean próximas ventas de sus naranjas para el otoño-invierno y los compradores les tientan para que cedan, no tienen sentido. La temporada pasada no terminó mal, sino que, por el contrario, está acabando ahora mismo muy bien. Y si se compra en puerto a 0,90 no tiene sentido que apenas se ofrezca 0,20 por lo que madura aquí al lado. El esperado aumento de cosecha tampoco lo justifica: será volver a niveles de hace dos años.

Fuente: lasprovincias.es y freshplaza.es

2018-08-27T16:01:06-03:00

Europa se queda sin naranjas en agosto

Europa se ha quedado prácticamente sin naranjas en este mes de agosto en el que la demanda ha sido fortísima en todo el continente, hasta agotar las existencias de las cámaras frigoríficas.

A estas alturas del año, tres meses después de haberse recolectado las últimas naranjas tardías de la temporada en España y en otros países del hemisferio norte, las únicas existencias posibles son las que se guarden en las cámaras frigoríficas o las que provengan del hemisferio sur, cuyos productores están ahora en plena campaña.

El vivo comportamiento del mercado en las últimas semanas contrasta con cierta ralentización que reinaba por todas partes durante los meses anteriores, cuando costaba más vender la fruta de las cámaras. Entre los comercializadores que apostaron por guardar naranja para sus clientes reinó algo de nerviosismo al ver que se paraban las ventas de manera incomprensible, llegándose a temer por el destino de la fruta tardía almacenada.

La buena evolución del mercado abre buenas perspectivas ante el aumento de cosecha
«Nadie sabe de verdad cómo funcionan estas cosas -reconoce un comerciante especializado en cítricos-, si esperas un desenlace concreto fundado en experiencias anteriores, igual te sale lo contrario; no nos explicábamos por qué en junio y gran parte de julio se quedaron muy frenadas las ventas y la gente con ‘Valencia late’ en las cámaras empezaba a inquietarse con razón; y de repente comenzó a dispararse la demanda, no sólo por el tirón del turismo en España, sino en toda Europa, y en poco tiempo se ha vaciado todo y ahora mismo cuesta encontrar una naranja».

Fruto de la psicosis generada por aquella lentitud en las ventas es el comportamiento que están desplegando en el campo los ‘corredores’ que empiezan a realizar compras anticipadas de la próxima campaña. Exhiben precios más bajos que el año pasado, en realidad de hace varias décadas (entre 2,2 y 2,7 euros por arroba de naranja navelina), y argumentan para ello que «la temporada acabó mal». Pura inercia que no está encontrando de momento la justa respuesta del productor porque no sabe aún que aquello que no iba bien se torció para mejor y en este momento no quedan naranjas en todo el continente, ni hay muchas perspectivas de que lleguen ya cantidades importantes del hemisferio sur, porque a estas alturas del verano (invierno para quienes tienen producción ahora) sus campañas están prácticamente ultimadas o programadas y cuesta mucho desviar decisiones sobre la marcha.

Como España tenía mucha producción en cámaras y el mercado europeo iba lento, Sudáfrica, Uruguay… procuraron colocar la mayor parte de sus naranjas en otros mercados, especialmente Asia.

Por otra parte, esta tendencia parece que se va a incrementar en los próximos años. La mayor parte de las cadenas comerciales prefieren contar con naranjas tardías españolas para el verano, y esto no ocurre sólo con los supermercados españoles, sino también con muchos del resto de Europa. En consonancia, las empresas comercializadoras y exportadoras vienen programando últimamente guardar mayores cantidades en cámaras, y así reconocen que se seguirá haciendo en el futuro. Es una tendencia que tiene que ver con la calidad de la fruta para exprimir en zumos frescos, que es el destino preferente en esta parte del año, la proximidad y flexibilidad del suministro y también el precio.

Las cantidades limitadas de naranjas que llegarán próximamente del hemisferio sur a los puertos españoles se están comprando a 0,85-0,90 euros por kilo. Las escasas nacionales que quedan se han colocado a 0,80-0,85.

No son precios baratos para lo que se acostumbra en el sector y hay que añadir gastos de confección, transportes y comercialización hasta llegar a los hoteles o las tiendas de venta al detalle al consumidor.

Por tanto, los argumentos que se escuchan estos días en los bares y cenáculos, donde los agricultores tantean próximas ventas de sus naranjas para el otoño-invierno y los compradores les tientan para que cedan, no tienen sentido. La temporada pasada no terminó mal, sino que, por el contrario, está acabando ahora mismo muy bien. Y si se compra en puerto a 0,90 no tiene sentido que apenas se ofrezca 0,20 por lo que madura aquí al lado. El esperado aumento de cosecha tampoco lo justifica: será volver a niveles de hace dos años.

Fuente: lasprovincias.es y freshplaza.es

2018-08-27T16:01:12-03:00
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