Sorpresa en medio de la escasez de dólares: importan fruta para contener precios

En el Mercado Central apareció la oferta importada. Se desconocen volúmenes. Las frutas y hortalizas tienen precios libres y han escalado alterando el índice de precios. ¿Tendrá efecto?

Aunque en dosis homeopáticas en el Mercado Central se sorprendieron estos días por la aparición de manzanas, cerezas, arándanos, naranjas, bananas, ciruela y duraznos importados. En la Argentina del cepo importador, estas frutas llegan mayoritariamente de la mano de Dole, la emblemática multinacional estadounidense con su corazón en Westlake Village, California y sus pies por todo el mundo.

Dole desembarcó en el país al comprar la exportadora Productores Empacadores Argentinos bajo la batuta de Pablo Lioni actualmente el CEO de Dole Argentina. Y se especializa en bananas que tienen un régimen especial. Hay otros importadores muchos en el negocio de oportunidad que traen palta de Chile, melón y uva de Brasil y cítricos de España e Israel.

El objetivo oficial para darles acceso a los dólares baratos parece cantado: se importa para evitar más sobresaltos en precios de productos que no se pueden controlar. Se ignoran las cantidades. Y se conoce que ingresan a precios sustancialmente menores pero que van engordando en la cadena de distribución.

 

Sin estadísticas confiables​

Es que, a diferencia de otros sectores, “en las frutas y hortalizas no existen estadísticas confiables, ni siquiera las del Mercado Central”, asegura Mariano Winograd, uno de los principales expertos en este sector.

Por cierto,  en ese gran ente concentrador puesto en marcha por Raúl Alfonsín en momentos de alta inflación, hoy reina el deterioro de sus instalaciones. Su presidente Nahuel Levaggi es el coordinador nacional de la Unión de Trabajadores de la Tierra y fue puesto en el cargo por la provincia de Buenos Aires en la que es una conducción compartida con la Ciudad de Buenos Aires.

Para Winograd el volumen importado no alcanza para evitar subas en esos precios. La oferta nacional está limitada en una producción en la que predominan pequeñas empresas familiares con rindes lastimados por la ola de calor pese a que casi toda se realiza con riego. Es lo que sucede con los cítricos del litoral, los duraznos de San Pedro, la papa y la cebolla, según asegura.

Salvo en Tierra del Fuego por su clima extremo y la Ciudad de Buenos Aires en la que no hay terreno, toda la Argentina es apta para las quintas y los cultivos de frutas y hortalizas. La actividad requiere mano de obra intensiva y un grado de industrialización por las plantas de empaque y las frigoríficas, además de la logística.

 

Actividad poco desarrollada

Y, sin embargo, está poco desarrollada. Tal vez, porque se necesita mucho capital por mucho tiempo y eso parece difícil en una economía con ciclones económicos como la nuestra. Un árbol de cereza, una planta de manzana o un limonero, requieren 6 a 8 años hasta dar los primeros frutos y durante todo ese período, hay que aplicar fertilizante, podarlos, protegerlos de las nevadas y de las lluvias fuertes.

En marzo se cosecha la pera y la manzana en Río Negro y Neuquén. Las peras que antes iban principalmente a Europa, con el dólar oficial “atrasado” según los productores, ahora se destinan a Brasil que no tiene esta fruta y es abundante en manzanas. En ambas producciones se ilusionan con un dólar especial.

Allí pisa fuerte la compañía Kleppe, fundada por un noruego que se instaló en Cipolletti y que comercializa con la marca Gaucho. Un caso aparte es Moño Azul, de Hugo Sánchez, que logró suplantar importaciones de kiwi con su producción en Mar del Plata. Y hay otros grandes jugadores como San Miguel, del grupo Miguens-Bemberg en limones, Tres Ases de la familia Grisanti y los Bulgheroni en los frutos rojos.

 

Fuente:

2023-02-08T12:04:42-03:00

Sorpresa en medio de la escasez de dólares: importan fruta para contener precios

En el Mercado Central apareció la oferta importada. Se desconocen volúmenes. Las frutas y hortalizas tienen precios libres y han escalado alterando el índice de precios. ¿Tendrá efecto?

Aunque en dosis homeopáticas en el Mercado Central se sorprendieron estos días por la aparición de manzanas, cerezas, arándanos, naranjas, bananas, ciruela y duraznos importados. En la Argentina del cepo importador, estas frutas llegan mayoritariamente de la mano de Dole, la emblemática multinacional estadounidense con su corazón en Westlake Village, California y sus pies por todo el mundo.

Dole desembarcó en el país al comprar la exportadora Productores Empacadores Argentinos bajo la batuta de Pablo Lioni actualmente el CEO de Dole Argentina. Y se especializa en bananas que tienen un régimen especial. Hay otros importadores muchos en el negocio de oportunidad que traen palta de Chile, melón y uva de Brasil y cítricos de España e Israel.

El objetivo oficial para darles acceso a los dólares baratos parece cantado: se importa para evitar más sobresaltos en precios de productos que no se pueden controlar. Se ignoran las cantidades. Y se conoce que ingresan a precios sustancialmente menores pero que van engordando en la cadena de distribución.

 

Sin estadísticas confiables​

Es que, a diferencia de otros sectores, “en las frutas y hortalizas no existen estadísticas confiables, ni siquiera las del Mercado Central”, asegura Mariano Winograd, uno de los principales expertos en este sector.

Por cierto,  en ese gran ente concentrador puesto en marcha por Raúl Alfonsín en momentos de alta inflación, hoy reina el deterioro de sus instalaciones. Su presidente Nahuel Levaggi es el coordinador nacional de la Unión de Trabajadores de la Tierra y fue puesto en el cargo por la provincia de Buenos Aires en la que es una conducción compartida con la Ciudad de Buenos Aires.

Para Winograd el volumen importado no alcanza para evitar subas en esos precios. La oferta nacional está limitada en una producción en la que predominan pequeñas empresas familiares con rindes lastimados por la ola de calor pese a que casi toda se realiza con riego. Es lo que sucede con los cítricos del litoral, los duraznos de San Pedro, la papa y la cebolla, según asegura.

Salvo en Tierra del Fuego por su clima extremo y la Ciudad de Buenos Aires en la que no hay terreno, toda la Argentina es apta para las quintas y los cultivos de frutas y hortalizas. La actividad requiere mano de obra intensiva y un grado de industrialización por las plantas de empaque y las frigoríficas, además de la logística.

 

Actividad poco desarrollada

Y, sin embargo, está poco desarrollada. Tal vez, porque se necesita mucho capital por mucho tiempo y eso parece difícil en una economía con ciclones económicos como la nuestra. Un árbol de cereza, una planta de manzana o un limonero, requieren 6 a 8 años hasta dar los primeros frutos y durante todo ese período, hay que aplicar fertilizante, podarlos, protegerlos de las nevadas y de las lluvias fuertes.

En marzo se cosecha la pera y la manzana en Río Negro y Neuquén. Las peras que antes iban principalmente a Europa, con el dólar oficial “atrasado” según los productores, ahora se destinan a Brasil que no tiene esta fruta y es abundante en manzanas. En ambas producciones se ilusionan con un dólar especial.

Allí pisa fuerte la compañía Kleppe, fundada por un noruego que se instaló en Cipolletti y que comercializa con la marca Gaucho. Un caso aparte es Moño Azul, de Hugo Sánchez, que logró suplantar importaciones de kiwi con su producción en Mar del Plata. Y hay otros grandes jugadores como San Miguel, del grupo Miguens-Bemberg en limones, Tres Ases de la familia Grisanti y los Bulgheroni en los frutos rojos.

 

Fuente:

2023-05-17T13:59:48-03:00
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