Con exportaciones que superan las 70.000 toneladas anuales y una fuerte presencia en mercados como Estados Unidos, Europa y Brasil, los cítricos uruguayos buscan diferenciarse frente a grandes países productores de cítricos. Sin embargo, el camino no está exento de obstáculos, desde barreras arancelarias hasta los impactos del cambio climático y la logística.

«El mercado ha evolucionado con algunos altibajos. Aunque Uruguay es un actor relativamente pequeño frente a gigantes como Sudáfrica, Chile y Perú, su estrategia se enfoca en la diferenciación. La apuesta está en nuevas variedades de mandarinas sin semillas, con mejor color y sabor, que permitan competir con un valor agregado y que ya son una realidad en la estructura varietal del país», menciona Marta Bentancur, de Upefruy (Unión de Productores y Exportadores de Frutas de Uruguay).

El acuerdo Mercosur-Unión Europea también representa una oportunidad clave. «Nos permitiría reingresar al mercado con mandarinas», explica Bentancur. En 2014, el aumento del arancel de ingreso al 16% obligó a desviar la producción casi en su totalidad hacia Estados Unidos. Un nuevo tratado podría cambiar el juego para los exportadores uruguayos.

«El cambio climático viene jugando un papel muy importante», advierte Bentancur. En 2024, fenómenos meteorológicos extremos, como lluvias intensas y heladas severas, redujeron la producción y afectaron la calidad de los cítricos. Este tipo de fenómenos, cada vez más frecuentes, obligan a los productores a invertir en tecnologías de mitigación y adaptación.

La logística es otro reto. «Hoy tenemos, en lugar de 14 días a Róterdam, casi 30», señala Bentancur, sobre el aumento del tiempo de tránsito de los contenedores. «La frecuencia en los envíos y las múltiples paradas previas a la llegada a destino generan costos adicionales y afectan la frescura del producto. Se están explorando soluciones con las navieras para establecer rutas más eficientes», añade.

 

La industria citrícola uruguaya está trabajando en la medición de huella de carbono y huella de agua, destacando un proyecto en marcha que permitirá a todas las empresas del sector calcular y reducir su impacto ambiental.

Además, la investigación en nuevas variedades está cobrando protagonismo. «Algunas están en proceso de patentado en el exterior, lo que podría abrir nuevas oportunidades comerciales. Nuestro Instituto Nacional de Investigaciones (INIA) busca, por ejemplo, adelantarse a la variedad Clemenules aproximadamente en dos semanas, con énfasis en híbridos que pueden cambiar de color naturalmente en la planta, evitando el proceso de desverdizado postcosecha. Además, muestra avances en otros cítricos, como un limón sin semillas y nuevas variedades de naranjas Valencia, las cuales se proyecta que dominarán una parte significativa de este segmento en los próximos años», afirma Bentancur, sugiriendo que la innovación genética será clave en los próximos años.

«Esperamos una mejor campaña en 2025, confiando en un aumento del volumen de exportación, como consecuencia de la entrada en producción de nuevas variedades producto de cambios de copa y nuevas plantaciones, y en condiciones meteorológicas más favorables. Aunque los precios aún no podemos estimarlos, la calidad y la diferenciación seguirán siendo el eje estratégico del sector», concluye Bentancur.

 

Fuente: freshplaza.es