La falta de fruto y de rentabilidad hace que algunos agricultores valencianos dejen de recolectar y la industria no tiene reservas para cubrir la demanda.
El zumo de naranja puede contener pronto mezcla de mandarina para cubrir las necesidades del mercado, un recurso al que el sector productor quiere recurrir debido a la insuficiente cosecha, debido a varios factores como la sequía, las plagas y también la falta de rentabilidad.
En el caso de la Comunidad Valenciana, la principal región de España por volumen de este cítrico, el problema apunta más bien a esta última razón, por unos precios que empezaron resultando esperanzadores para los agricultores al iniciar la campaña, pero que después se desinflaron y cundió el desánimo.
«Las naranjas se han pagado mal y muchos agricultores las han dejado perder», ha resumido Toni Ferri, de La Unió Llauradora i Ramadera en la comarca de la Marina Baja de Alicante.
España es uno de los países que más exportan esta fruta en fresco, aunque la escasez para la producción de zumo es generalizada con una caída significativa en otras latitudes, como Brasil, lo que ha llevado al sector a plantear esa posibilidad de emplear mandarinas, además de combinar zumo fresco con congelado, como en otras ocasiones menos comprometidas que la actual.
Originariamente, mandarina más pomelo
En cualquier caso, seguramente no hay motivos para alarmarse si se mezclan cítricos en esta coyuntura, al fin y al cabo, la naranja tiene su origen en una fusión resultante del híbrido entre precisamente la mandarina y un tipo de pomelo.
Aquella evolución espontánea y accidental con polen del fruto pequeño de esta ecuación que germinó en el otro más ácido y agrio fue, al parecer, observada por un agricultor chino hace 3.000 años y decidió mediante injertos explotarlo de forma estable.
Y la historia humana también contiene otro ejemplo de esa experimentación cuando se cruzaron naranja y mandarina para dar como resultado la clementina, tan apreciada en los mercados y que tantas alegrías ha dado al campo valenciano.
Aunque no en los últimos tiempos, cuando los agricultores claman por medidas como las cláusulas espejo, para que las autoridades europeas comunitarias exijan los mismos severos requisitos a otros países en el empleo restringido de fitosanitarios y otras exigencias. Una cuestión que ha cobrado actualidad especialmente durante las protestas en varias ciudades españolas y también se ha asomado a la campaña electoral de las europeas.
Fuente: abc.es