Una vez más, Sudáfrica está exportando cantidades récord de cítricos —175,6 millones de cajas de 15 kg frente a una primera estimación de 171 millones de cajas para la temporada— y la falta de productos que reina en todas partes está sirviendo de impulso.
«Ha sido realmente revelador ver que hay salida para toda la fruta», señala Charles Rossouw, director general de Roslé Boerdery. Este gran incremento del volumen sudafricano de cítricos ha tenido lugar en el norte, en zonas como el valle de Loskop, donde crecen los cítricos y los arándanos de Roslé.
El año que viene podría ser completamente diferente. Por ejemplo, el año pasado, China se quedó tanto tiempo en el mercado que apenas se pudo enviar limones a Extremo Oriente, pero eso es lo bueno del sector de los cítricos frescos: se reajusta cada año, sin excedentes de la campaña anterior que compliquen la dinámica de la oferta y la demanda.
No cabe duda de que el aumento de los aranceles es problemático, y no solo los introducidos por Estados Unidos, sino también los de la India, país BRICS, al igual que Sudáfrica. Ambos países imponen un arancel del 30% a la importación de fruta sudafricana, y ambos merecen la misma atención por parte del Ministerio de Comercio e Industria.
Pero más importante, señala Rossouw, y un contrapeso significativo a tales barreras comerciales, es la normalización de las tarifas de envío. Que se diera otra temporada con las tarifas de 2021 o 2022 sería un problema. «En estos momentos, los gastos de envío ascienden aproximadamente a 2 dólares por caja. Es una cifra aproximada, dependiendo de la ruta. Hace tres o cuatro años, cuando esa cifra era de 4 dólares en adelante, corría peligro la propia sostenibilidad de nuestro negocio. Nuestro margen quedaba totalmente absorbido por el aumento de los costes de transporte, y las navieras obtenían enormes beneficios. Si nos hubieran obligado a seguir con ese régimen, habríamos quebrado, seguro».
Las negociaciones globales al más alto nivel, junto con una sana competencia, especialmente tras la entrada de Hapag-Lloyd en las rutas marítimas hacia Sudáfrica junto con MSC y Maersk, obligaron a las navieras a actuar.
«Esto demuestra que las tarifas de transporte marítimo tienen un impacto más profundo en nuestra rentabilidad que los aranceles comerciales de EE. UU. y la India o que la amenaza estadounidense de imponer sanciones a Rusia», apunta Rossouw.
Rossouw también destaca que Rusia importa casi el doble de los cítricos exportados a Estados Unidos, lo que representa alrededor del 15% de las naranjas exportadas desde Sudáfrica. Una cuota significativa que estaría en peligro en caso de un debilitamiento del rublo, debido a posibles sanciones impuestas por Estados Unidos contra Rusia. Al producir cítricos en la región de Limpopo, Roslé Boerdery no está autorizada a exportar a Estados Unidos y, por lo tanto, no se vería directamente afectada por los aranceles estadounidenses.
Sin embargo, a mayor escala, sostiene que no son los aranceles los que hunden a las empresas, sino la interrupción de las rutas de transporte. «Aunque unos aranceles exagerados suponen una amenaza para la rentabilidad, una naviera con pérdidas es quizá una amenaza aún mayor. Puede poner de rodillas al comercio mundial. Así que, ciertamente, aspiramos a un equilibrio en el que todos los actores puedan alcanzar la rentabilidad».
El debilitamiento del dólar ha favorecido la economía de exportación para las empresas que negocian en rands. Las tarifas de envío se pagan en dólares estadounidenses. Los pagos de los clientes de, por ejemplo, Rusia y Oriente Medio en sus divisas ganan valor frente al dólar, lo que se traduce en una mayor rentabilidad para los exportadores sudafricanos.
«Unas tarifas de envío más acordes con la realidad suponen una enorme diferencia en nuestros beneficios. Mucho más, diría yo, que los aranceles de importación».
Fuente: freshplaza.es



