Cae la producción citrícola y se registran problemas de calidad, costes y logística.
La campaña 2024/2025 no ha sido fácil para los citricultores turcos. A las inclemencias meteorológicas, con olas de calor, sequía y heladas en la zona mediterránea, se ha sumado una controvertida intervención del Gobierno en el mercado del limón, que dejó al sector desconcertado y visiblemente molesto.
El 8 de abril, el Ministerio de Comercio turco (MoT), en coordinación con el de Agricultura y Silvicultura (MinAF), impuso un veto temporal a las exportaciones de limón. Justificaron la medida por un supuesto riesgo de desabastecimiento derivado de las heladas, y aseguraron que buscaban “proteger el suministro alimentario y la seguridad, facilitar el acceso público a alimentos a precios razonables y evitar subidas especulativas en el mercado”.
Pero la medida generó un fuerte rechazo entre productores y exportadores, que aseguraron no haber sido consultados previamente y advirtieron del riesgo de perder mercados estratégicos. “Las existencias almacenadas son más que suficientes para cubrir la demanda interna”, recordaron las asociaciones sectoriales. También alertaron del peligro de que los precios en origen se desplomasen y de que se perdiera competitividad internacional.
Apenas dos días después, el 10 de abril, el Gobierno reculó y levantó la restricción, aunque advirtió que vigilaría de cerca los precios en el mercado interno.
Según una de las principales compañías de exportación del país —Eren—, esta forma de actuar refleja un problema más amplio: la falta de previsibilidad y de diálogo en la política comercial del Ejecutivo. “Las intervenciones deben aplicarse de forma gradual, no repentina, y siempre tras consultar al sector”, subrayaron desde la compañía.
En la recta final de la campaña 2024-2025, Turquía cierra su temporada con una caída estimada del 36% en su producción total de cítricos —alrededor de 5 millones de toneladas — y un descenso del 31% en la cosecha de limones, hasta 1,6 millones de toneladas.
Calidad, costes y logística
Más allá del episodio del limón, la campaña ha sido muy complicada para todo el sector citrícola turco. En la franja mediterránea —de donde procede la mayor parte de la producción— las temperaturas extremas del verano y un invierno con clima casi primaveral dañaron gravemente los cultivos. Aunque el volumen global se ha acercado a las previsiones iniciales, la calidad del fruto ha sufrido importantes desviaciones, con un incremento notable de calibres estándar y de segunda.
A esto también hay que sumar la fuerte presión de los costes, tanto en inputs agrícolas como en transporte, en un contexto de inflación interna y tipos de cambio inestables. Además, los retrasos logísticos provocados por la crisis en el Canal de Suez, debida a la inestabilidad geopolítica internacional, afectaron especialmente a los envíos hacia Asia, poniendo en riesgo la frescura del producto y elevando aún más los costes de transporte.
Mercado internacional
En términos comerciales, Turquía ha logrado esta temporada mantener su presencia en los principales destinos internacionales, aunque con matices regionales.
En Rusia, su principal mercado, las ventas se han mantenido relativamente estables, aunque el debilitamiento del rublo redujo ligeramente la demanda. En Europa, el comportamiento ha sido desigual. Mientras Polonia ha mostrado una tendencia positiva —con un crecimiento acumulado del 50% en las importaciones desde Turquía en los últimos cinco años—, algunos países de Europa del Este han ralentizado compras por motivos económicos y logísticos. En Europa occidental, la demanda se ha mantenido firme, sobre todo para las mandarinas.
Los mercados de Oriente Medio también han ofrecido estabilidad, con compras regulares por parte de Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos, pese a la tensión política en la región.
En Asia, la demanda ha seguido creciendo, aunque el colapso logístico del Canal de Suez ha dificultado las entregas. Pese a todo, Asia sigue siendo un mercado con mucho potencial para los cítricos turcos.
Futuro
De cara a futuras campañas, el sector citrícola turco confía en una estabilización del clima y en una mayor previsibilidad institucional. Con condiciones meteorológicas normalizadas, evitando episodios extremos, Turquía espera mejores rendimientos y una fruta de mayor calidad.
También mira con atención la evolución del comercio internacional, especialmente la competencia con Egipto y Marruecos, que siguen ganando terreno en mercados como Europa y Rusia.
En cuanto a la regulación nacional, el sector insiste en que el Gobierno debe actuar con mayor previsión. Las asociaciones reclaman un modelo más participativo, basado en datos objetivos y consultas previas con los operadores.
Fuente: valenciafruits.com