La campaña de cítricos del año de la pandemia

Si algo nos está dejando claro esta crisis sanitaria es la firme necesidad, si no de cambiar como sociedad, sí de al menos pensar en ello. Pensar en que, tal y como se venía produciendo el desarrollo y crecimiento global, los desajustes socio económicos se volvían cada vez más evidentes e insoportables en multitud de ámbitos y con ejemplos de injusticia manifiesta, como el que nos traía a analizar la cadena de valor de la distribución de productos agrícolas hace tan sólo tres escasos meses.

En un planeta en el que las ideas, emociones y sentimientos viajan con una fluidez desconcertante, ya más rápido que las propias mercancías y personas, los mercados absorben todo este cúmulo de información con endiablada celeridad y respondiendo no siempre de la forma más cabal.

Con un más que aceptable arranque de campaña y con magníficas perspectivas para la segunda parte de la misma, debido a los niveles de precios y ausencia de stocks atrasadosel mercado de cítricos se enfrentó a los fantasmas de la campaña pasada allá por el que se nos antoja ahora lejano febrero.

Situación previa a la pandemia

Fue entonces cuando sufrió repentinamente un descenso brutal de la demanda y en consecuencia una ausencia total de precio y operaciones. Esto sucedió en apenas dos días, al tener conocimiento de la existencia de la pandemia y verse, más bien imaginarse, nuestros mercados naturales inundados de mercancías que iban camino de China y que tuvieron que darse la vuelta y volver.

Esto se unió a todas las que buscando nuevas demandas acabaron en Europa como único posible mercado de destino, hablamos de género de la propia España y principalmente de Egipto. En esas estábamos, cuando tras unas tres semanas de parón (el clima nos ayudó a superarlo) la misma circunstancia que lo provocó hizo que en pocos días el mercado se volviera una auténtica locura, con un incremento inusitado de la demanda que buscaba la vitamina C necesaria para fortalecerse frente al virus.

Dicha situación, unida a varios factores, como son el descenso de un 15% de la cosecha de primavera, el adelanto de todas las variedades por las temperaturas invernales más suaves de la media y por último el propio frío que sí hizo en los países importadores europeos y que siempre fomenta la salida del cítrico, ha provocado que la campaña productiva esté prácticamente terminada, con niveles de precios justos que sólo permanecían en la memoria cada vez más lejana y que permiten soñar con la continuidad del sector.

Adversidades coyunturales y estructurales

Conviene recordar que han sido muchos años luchando contra multitud de adversidades, coyunturales y obvias como las climatológicas y los consiguientes vaivenes productivos, como estructurales, principalmente el cambio cultural que supone la nueva forma de distribución que sufrimos todos los productores de productos frescos y perecederos.

Y todo esto siendo conscientes de que nos escapamos por los pelos de problemas que se están dando en otros sectores, como en la fruta de hueso por ejemplo, con la falta de mano de obra en una región con altos niveles de paro censado.

Analizada muy resumidamente la campaña de cítricos del año de «la pandemia», veamos de la misma manera el futuro. ¿Cómo afrontarlo? Apunto de forma general dos claves que podrían englobar muchos de los principales problemas tanto de este sector como de tantos otros.

Por un lado, la necesidad imperiosa de seguir generando valor con el saber hacer que nos ha hecho líderes mundiales en la producción y comercialización de cítricos en fresco, todo esto con una revisión necesaria y perentoria de la propia cadena de distribución y que reconozca esa generación de valor.

Pero por otro lado, todo esto no será más que una batalla sin fin (como lo ha sido esta última larga década) sin lo que el premio nobel de economía Finn Kydland llamaba Consistencia Temporal de un país. Necesitamos que los políticos no den más miedo que el propio virus, que hagan de nuestra economía un entorno predecible, serio y atractivo para la inversión más allá del corto plazo.

Sin esto tan básico y al parecer no tan fácil para nuestros políticos a lo largo de la historia, políticos que viven de y por estadísticas e influencia en los medios pero no de su gestión, la sociedad civil seguirá luchando por su cuenta con sus armas y a pesar de estos, con su ingenio, capacidad, tenacidad y resiliencia para salir de nuevo adelante, pero con esa espada de Damocles siempre sobre nuestra economía, que sólo puede aspirar a seguir viviendo de la nostalgia, algo tristemente peligroso para el futuro de un mercado, de la economía, de la nación.

Fuente: sevilla.abc.es

2020-05-12T19:21:43-03:00

La campaña de cítricos del año de la pandemia

Si algo nos está dejando claro esta crisis sanitaria es la firme necesidad, si no de cambiar como sociedad, sí de al menos pensar en ello. Pensar en que, tal y como se venía produciendo el desarrollo y crecimiento global, los desajustes socio económicos se volvían cada vez más evidentes e insoportables en multitud de ámbitos y con ejemplos de injusticia manifiesta, como el que nos traía a analizar la cadena de valor de la distribución de productos agrícolas hace tan sólo tres escasos meses.

En un planeta en el que las ideas, emociones y sentimientos viajan con una fluidez desconcertante, ya más rápido que las propias mercancías y personas, los mercados absorben todo este cúmulo de información con endiablada celeridad y respondiendo no siempre de la forma más cabal.

Con un más que aceptable arranque de campaña y con magníficas perspectivas para la segunda parte de la misma, debido a los niveles de precios y ausencia de stocks atrasadosel mercado de cítricos se enfrentó a los fantasmas de la campaña pasada allá por el que se nos antoja ahora lejano febrero.

Situación previa a la pandemia

Fue entonces cuando sufrió repentinamente un descenso brutal de la demanda y en consecuencia una ausencia total de precio y operaciones. Esto sucedió en apenas dos días, al tener conocimiento de la existencia de la pandemia y verse, más bien imaginarse, nuestros mercados naturales inundados de mercancías que iban camino de China y que tuvieron que darse la vuelta y volver.

Esto se unió a todas las que buscando nuevas demandas acabaron en Europa como único posible mercado de destino, hablamos de género de la propia España y principalmente de Egipto. En esas estábamos, cuando tras unas tres semanas de parón (el clima nos ayudó a superarlo) la misma circunstancia que lo provocó hizo que en pocos días el mercado se volviera una auténtica locura, con un incremento inusitado de la demanda que buscaba la vitamina C necesaria para fortalecerse frente al virus.

Dicha situación, unida a varios factores, como son el descenso de un 15% de la cosecha de primavera, el adelanto de todas las variedades por las temperaturas invernales más suaves de la media y por último el propio frío que sí hizo en los países importadores europeos y que siempre fomenta la salida del cítrico, ha provocado que la campaña productiva esté prácticamente terminada, con niveles de precios justos que sólo permanecían en la memoria cada vez más lejana y que permiten soñar con la continuidad del sector.

Adversidades coyunturales y estructurales

Conviene recordar que han sido muchos años luchando contra multitud de adversidades, coyunturales y obvias como las climatológicas y los consiguientes vaivenes productivos, como estructurales, principalmente el cambio cultural que supone la nueva forma de distribución que sufrimos todos los productores de productos frescos y perecederos.

Y todo esto siendo conscientes de que nos escapamos por los pelos de problemas que se están dando en otros sectores, como en la fruta de hueso por ejemplo, con la falta de mano de obra en una región con altos niveles de paro censado.

Analizada muy resumidamente la campaña de cítricos del año de «la pandemia», veamos de la misma manera el futuro. ¿Cómo afrontarlo? Apunto de forma general dos claves que podrían englobar muchos de los principales problemas tanto de este sector como de tantos otros.

Por un lado, la necesidad imperiosa de seguir generando valor con el saber hacer que nos ha hecho líderes mundiales en la producción y comercialización de cítricos en fresco, todo esto con una revisión necesaria y perentoria de la propia cadena de distribución y que reconozca esa generación de valor.

Pero por otro lado, todo esto no será más que una batalla sin fin (como lo ha sido esta última larga década) sin lo que el premio nobel de economía Finn Kydland llamaba Consistencia Temporal de un país. Necesitamos que los políticos no den más miedo que el propio virus, que hagan de nuestra economía un entorno predecible, serio y atractivo para la inversión más allá del corto plazo.

Sin esto tan básico y al parecer no tan fácil para nuestros políticos a lo largo de la historia, políticos que viven de y por estadísticas e influencia en los medios pero no de su gestión, la sociedad civil seguirá luchando por su cuenta con sus armas y a pesar de estos, con su ingenio, capacidad, tenacidad y resiliencia para salir de nuevo adelante, pero con esa espada de Damocles siempre sobre nuestra economía, que sólo puede aspirar a seguir viviendo de la nostalgia, algo tristemente peligroso para el futuro de un mercado, de la economía, de la nación.

Fuente: sevilla.abc.es

2020-05-12T19:21:43-03:00
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