La agroindustria tracciona la economía de la región en plena pandemia

Inyectará este año más de 1.100 millones de dólares en el mercado regional. Gran parte de estas industrias son de mano de obra intensiva y alto valor agregado, lo que permite generar un alto nivel de derrame sobre el segmento social y fiscal a través de los ingresos generados por la ventas de productos.

El campo, y su industria asociada, es uno de los pocos sectores que está motorizando la economía regional en medio del freno generalizado que se observa producto de las medidas sanitarias oficiales tomadas para contener los efectos del COVID-19.

Mientras la mayor parte de las empresas se encuentran en serios problemas para continuar trabajando, todas aquellas que están ligadas, en forma directa o indirecta, a los alimentos mantienen sus niveles de actividad. La región productiva del norte de la Patagonia no queda fuera de este esquema.

Los distintos sistemas agroindustriales instalados a lo largo de todo Río Negro y Neuquén prevén inyectar en nuestra región, durante este complejo año comercial, más de 1.100 millones de dólares. La cifra es equivalente al 70% y 50% del total del gasto que proyectan generar las administraciones púbicas de Río Negro y Neuquén respectivamente durante el corriente año.

Pero no son solo las divisas que generan lo que se rescata de estos sectores productivos.

Todos ellos son mano de obra intensiva, lo que permite contar con un importante derrame social e impositivo de los retornos generados por las ventas de sus productos. Según estudios oficiales, más de 65.000 personas trabajan en forma directa o indirecta con las cadenas de producción en toda el área del norte de la Patagonia. No son actividades extractivas; por el contrario, son renovables y sustentables en el tiempo.

Todas definiciones que deberían ser tenidas en cuenta por los Gobiernos nacionales y provinciales a la hora de estimular el desarrollo de este tipo de producciones. Y más aún cuando se observan los bajos niveles utilizados sobre la capacidad industrial existente en toda la región, teniendo en cuenta las inversiones en tierras y otros activos que hoy están ociosos.

Sin dudas el sistema frutícola regional orientado al mercado en fresco es uno de los más importantes por los volúmenes que maneja. La industria de jugos concentrados, un colateral de la matriz productiva de pomáceas, es otro de los sectores que se rescata en nuestra zona por su nivel de facturación. La cadena de producción de la carne y lana también tiene un peso específico significativo en la economía. Luego, están aquellas actividades que son algo más pequeñas, pero no por ello menos importantes, como es el caso de la vitivinicultura, la horticultura, la producción de frutas finas y frutos secos.

La estrategia rionegrina de diversificación de su matriz productiva, implementada a partir de fines de la década del 50 hasta principios de los 90 (donde comienza a abandonarse por problemas fiscales), continua increíblemente hoy en día dando resultados. Pero es triste el nivel de abandono que existe en ciertos sectores. Distintos estudios privados dan cuenta que las cadenas agroindustriales de la Provincia están trabajando, hace ya mucho tiempo, con una capacidad ociosa superior al 70% teniendo en cuenta la infraestructura existente.

Neuquén, en algún punto, es un reflejo de su vecina en este último concepto. Sin embargo, hay que sumar a todo esto, que esta Provincia nunca tuvo la voluntad política de salir de la dependencia de los hidrocarburos. Se hicieron algunos esbozos para intentar diversificar su matriz productiva pero solo fue eso, esbozos frente a los millonarios ingresos con los que contaron durante décadas, generados por un recurso no renovable.

Las consecuencias de una mala gestión emergen en estos casos de crisis. Si bien los sistemas productivos vienen sufriendo en los últimos años la implementación de las malas políticas económicas aplicadas a nivel nacional, siguen vivos; y hoy son los que sostienen el nivel de empleo privado y mucho más en Río Negro. La situación en Neuquén es totalmente distinta.

Tal vez esta pandemia nos haga reflexionar de lo importante que sería volver a la tierra.

El sistema frutícola, destinado al fresco, lidera la facturación

El comercio de frutas frescas regional moverá este año -entre la exportación y el mercado interno- algo más de 650 millones de dólares teniendo en cuenta la oferta existente de peras, manzanas, cerezas, uvas de mesa y resto de carozo.

Según los últimos brindados por distintos organismos oficiales, durante el primer trimestre del corriente año se comercializaron en los distintos mercados algo más de 270.000 de distintas especies de frutas producidas en la región.

Este volumen refleja ingresos cercanos de los 250 millones de dólares para los primeros tres meses de la temporada, llegando la mayor parte de ellos por retornos del mercado de la exportación.

Teniendo en cuenta la crisis global que está atravesando la economía a nivel nacional, sin dudas que esta foto que se observa del sector frutícola es muy buena. Pero también esta la otra realidad. En el mercado frutícola internacional, no existe una relación lineal entre los mayores niveles de exportación y los retornos que se puedan obtener por esas ventas. El ejemplo más claro lo vemos con el mercado ruso. Días atrás el ministerio de Agricultura de la Nación promocionó una publicación en la que se señalaba el importante crecimiento que está teniendo la exportación de pomáceas hacia este destino. Sin embargo, los retornos por estas ventas en lo que va de la presente temporada, en muchos casos, están siendo negativos. Este caso se da especialmente en lo que se refiere a las peras.

El mayor logró hoy del sistema frutícola del Valle ha sido poder levantar, con mucho esfuerzo, su cosecha. Otra realidad totalmente distinta será saber cuánto es lo que verdaderamente dejará como retornos las ventas de esa fruta en los distintos mercados.

Cruzada por una enorme crisis, la industria de jugos hace su aporte

Durante las últimas dos décadas, las políticas económicas nacionales terminaron por arruinar una industria pujante como lo era la de concentrados. La política de mantener una paridad cambiaria anclada para contener la inflación y costos en dólares creciendo en forma importante, afectaron sensiblemente a toda la actividad. Sin ir más lejos, en 2005 existían en la región 14 industrias ligadas a la elaboración de jugos concentrados, una importante salida para la fruta de descarte. En la actualidad solo dos quedaron en pie.

Pese a esto, en lo que va de la presente temporada, las exportaciones regionales de jugos concentrados por el puerto de San Antonio alcanzaron las 14.320 toneladas, una cifra refleja un salto del orden del 80% en relación al mismo período del año pasado. Este importante salto en el comercio exterior se argumenta por la mayor demanda de los importadores norteamericanos por este tipo de producto, mercado que en la actualidad compra la casi totalidad (99%) de la oferta exportable del Valle de Río Negro y Neuquén. Independientemente de ello, es enorme el esfuerzo que está haciendo la industria para poder sostenerse en pie y seguir exportando en las condiciones actuales. El Gobierno debe tomar nota de ello.

La cadena de la carne se afianza en toda la región

La industria cárnica de la región presentó un importante desarrollo en los últimos años. Esta actividad se divide en cinco grupos bien definidos: bovinos, porcinos, aves, caprinos y ovinos. Los tres primeros, son los más importantes.

La cadena bovina, a su vez, la de mayor relevancia entre estas tres. El stock ganadero en Río Negro y Neuquén se ubica en alrededor del millón de cabezas, existen 12 plantas habilitas por el Senasa, las Provincias y los Municipios, y son más de 2.000 personas que trabajan en forma directa e indirecta en toda la cadena: desde el campo hasta la góndola. Mueve anualmente cerca de 200 millones de dólares en todo concepto.

Sus principales indicadores en esta primera parte del año dan cuenta del impulso que tiene. La faena en Río Negro en el primer trimestre del año alcanzó las 42.000 cabezas mostrando un crecimiento interanual del orden del 12%. En Neuquén superó las 12.000 cabezas, niveles 10% arriba de los del año anterior. Es decir, es uno de los sectores en los que claramente efectos de la pandemia no se hicieron sentir.

La rama porcina es otra de las que muestra señales positivas en medio de esta crisis generados por el coronavirus. Si bien se observa una leve caída en la faena esto no es producto de la compleja coyuntura, sino que hace ya varias temporadas se están reduciendo las cantidades de granja en la región por la importante suba de costos que está registrando la actividad.

Por su parte, la industria avícola regional faenó en estos primeros tres meses del año cerca de cinco millones de cabezas de pollos. La cifra es muy importante teniendo en cuenta que la mayor parte de estos animales fueron faenados en plantas de la región, dando así valor agregado y trabajo. Hay que señalar que los positivos números que muestra la industria avícola, en relación a su faena, se contradicen con la crisis financiera por la que está atravesando gran parte del sector bajo análisis.

La vitivinicultura regional, con mucho margen para crecer

La vitivinicultura también está haciendo un enorme esfuerzo para poder sostenerse en el mercado en medio de la crisis económica generada por la pandemia.

En el norte de la Patagonia existe algo más de 2.500 hectáreas destinadas a esta actividad con algo más de 30 bodegas de distintas características repartidas a lo largo y lo ancho de los valles de Río Negro y Neuquén.

Esta última fue la que mayor tasa de crecimiento presentó. En la última década, la producción total de uvas creció un 23%. Según datos del Instituto de Vitivinicultura de la Nación (INV) se estima que la cosecha de uvas en toda nuestra región se ubicará, en la presente temporada, en algo más de 10 millones de kilos. Como dato a tener en cuenta, las ventas desde el norte de la Patagonia alcanzaron el año pasado los cerca de los 5 millones de litros de vinos, destinándose la mayor parte de esta oferta al mercado interno.

Todo el sistema agroindustrial demanda más de 3.000 puestos de trabajo en momento de la vendimia, entre directos e indirectos, según las distintas consultas realizadas a las empresas privadas.

De darse las condiciones macroeconómicas en el país, esta industria tiene un enorme recorrido para hacer en el mercado. Y en especial en el exterior, por el reconocimiento que tienen los vinos que llegan desde la Patagonia.

Berries, lanares, frutos rojos y secos, con sus respectivas industrias, ayudan en esta coyuntura

Los valles y las mesetas de la norpatagonia concentran muchas otras actividades de agroindustriales a las ya mencionadas.

La actividad lanar es una de ellas. Río negro y Neuquén producen en promedio algo más de 5 millones de kilos por año generando divisas en torno a los 20 millones de dólares. Pero no es solo el plano económico el que interesa en esta actividad. La ganadería ovina permite contener a las poblaciones rurales en zonas de importancia para la provincia.

Frutos secos y berries, atadas a sus respectivas fases industriales, son actividades también de suma importancia para el norte de la Patagonia. Si bien las divisas que ingresan por estas actividades son limitadas, no dejan ser sostén para muchas familias que producen y venden estos productos.

 

Fuente: rionegro.com.ar

2020-05-11T11:03:57-03:00

La agroindustria tracciona la economía de la región en plena pandemia

Inyectará este año más de 1.100 millones de dólares en el mercado regional. Gran parte de estas industrias son de mano de obra intensiva y alto valor agregado, lo que permite generar un alto nivel de derrame sobre el segmento social y fiscal a través de los ingresos generados por la ventas de productos.

El campo, y su industria asociada, es uno de los pocos sectores que está motorizando la economía regional en medio del freno generalizado que se observa producto de las medidas sanitarias oficiales tomadas para contener los efectos del COVID-19.

Mientras la mayor parte de las empresas se encuentran en serios problemas para continuar trabajando, todas aquellas que están ligadas, en forma directa o indirecta, a los alimentos mantienen sus niveles de actividad. La región productiva del norte de la Patagonia no queda fuera de este esquema.

Los distintos sistemas agroindustriales instalados a lo largo de todo Río Negro y Neuquén prevén inyectar en nuestra región, durante este complejo año comercial, más de 1.100 millones de dólares. La cifra es equivalente al 70% y 50% del total del gasto que proyectan generar las administraciones púbicas de Río Negro y Neuquén respectivamente durante el corriente año.

Pero no son solo las divisas que generan lo que se rescata de estos sectores productivos.

Todos ellos son mano de obra intensiva, lo que permite contar con un importante derrame social e impositivo de los retornos generados por las ventas de sus productos. Según estudios oficiales, más de 65.000 personas trabajan en forma directa o indirecta con las cadenas de producción en toda el área del norte de la Patagonia. No son actividades extractivas; por el contrario, son renovables y sustentables en el tiempo.

Todas definiciones que deberían ser tenidas en cuenta por los Gobiernos nacionales y provinciales a la hora de estimular el desarrollo de este tipo de producciones. Y más aún cuando se observan los bajos niveles utilizados sobre la capacidad industrial existente en toda la región, teniendo en cuenta las inversiones en tierras y otros activos que hoy están ociosos.

Sin dudas el sistema frutícola regional orientado al mercado en fresco es uno de los más importantes por los volúmenes que maneja. La industria de jugos concentrados, un colateral de la matriz productiva de pomáceas, es otro de los sectores que se rescata en nuestra zona por su nivel de facturación. La cadena de producción de la carne y lana también tiene un peso específico significativo en la economía. Luego, están aquellas actividades que son algo más pequeñas, pero no por ello menos importantes, como es el caso de la vitivinicultura, la horticultura, la producción de frutas finas y frutos secos.

La estrategia rionegrina de diversificación de su matriz productiva, implementada a partir de fines de la década del 50 hasta principios de los 90 (donde comienza a abandonarse por problemas fiscales), continua increíblemente hoy en día dando resultados. Pero es triste el nivel de abandono que existe en ciertos sectores. Distintos estudios privados dan cuenta que las cadenas agroindustriales de la Provincia están trabajando, hace ya mucho tiempo, con una capacidad ociosa superior al 70% teniendo en cuenta la infraestructura existente.

Neuquén, en algún punto, es un reflejo de su vecina en este último concepto. Sin embargo, hay que sumar a todo esto, que esta Provincia nunca tuvo la voluntad política de salir de la dependencia de los hidrocarburos. Se hicieron algunos esbozos para intentar diversificar su matriz productiva pero solo fue eso, esbozos frente a los millonarios ingresos con los que contaron durante décadas, generados por un recurso no renovable.

Las consecuencias de una mala gestión emergen en estos casos de crisis. Si bien los sistemas productivos vienen sufriendo en los últimos años la implementación de las malas políticas económicas aplicadas a nivel nacional, siguen vivos; y hoy son los que sostienen el nivel de empleo privado y mucho más en Río Negro. La situación en Neuquén es totalmente distinta.

Tal vez esta pandemia nos haga reflexionar de lo importante que sería volver a la tierra.

El sistema frutícola, destinado al fresco, lidera la facturación

El comercio de frutas frescas regional moverá este año -entre la exportación y el mercado interno- algo más de 650 millones de dólares teniendo en cuenta la oferta existente de peras, manzanas, cerezas, uvas de mesa y resto de carozo.

Según los últimos brindados por distintos organismos oficiales, durante el primer trimestre del corriente año se comercializaron en los distintos mercados algo más de 270.000 de distintas especies de frutas producidas en la región.

Este volumen refleja ingresos cercanos de los 250 millones de dólares para los primeros tres meses de la temporada, llegando la mayor parte de ellos por retornos del mercado de la exportación.

Teniendo en cuenta la crisis global que está atravesando la economía a nivel nacional, sin dudas que esta foto que se observa del sector frutícola es muy buena. Pero también esta la otra realidad. En el mercado frutícola internacional, no existe una relación lineal entre los mayores niveles de exportación y los retornos que se puedan obtener por esas ventas. El ejemplo más claro lo vemos con el mercado ruso. Días atrás el ministerio de Agricultura de la Nación promocionó una publicación en la que se señalaba el importante crecimiento que está teniendo la exportación de pomáceas hacia este destino. Sin embargo, los retornos por estas ventas en lo que va de la presente temporada, en muchos casos, están siendo negativos. Este caso se da especialmente en lo que se refiere a las peras.

El mayor logró hoy del sistema frutícola del Valle ha sido poder levantar, con mucho esfuerzo, su cosecha. Otra realidad totalmente distinta será saber cuánto es lo que verdaderamente dejará como retornos las ventas de esa fruta en los distintos mercados.

Cruzada por una enorme crisis, la industria de jugos hace su aporte

Durante las últimas dos décadas, las políticas económicas nacionales terminaron por arruinar una industria pujante como lo era la de concentrados. La política de mantener una paridad cambiaria anclada para contener la inflación y costos en dólares creciendo en forma importante, afectaron sensiblemente a toda la actividad. Sin ir más lejos, en 2005 existían en la región 14 industrias ligadas a la elaboración de jugos concentrados, una importante salida para la fruta de descarte. En la actualidad solo dos quedaron en pie.

Pese a esto, en lo que va de la presente temporada, las exportaciones regionales de jugos concentrados por el puerto de San Antonio alcanzaron las 14.320 toneladas, una cifra refleja un salto del orden del 80% en relación al mismo período del año pasado. Este importante salto en el comercio exterior se argumenta por la mayor demanda de los importadores norteamericanos por este tipo de producto, mercado que en la actualidad compra la casi totalidad (99%) de la oferta exportable del Valle de Río Negro y Neuquén. Independientemente de ello, es enorme el esfuerzo que está haciendo la industria para poder sostenerse en pie y seguir exportando en las condiciones actuales. El Gobierno debe tomar nota de ello.

La cadena de la carne se afianza en toda la región

La industria cárnica de la región presentó un importante desarrollo en los últimos años. Esta actividad se divide en cinco grupos bien definidos: bovinos, porcinos, aves, caprinos y ovinos. Los tres primeros, son los más importantes.

La cadena bovina, a su vez, la de mayor relevancia entre estas tres. El stock ganadero en Río Negro y Neuquén se ubica en alrededor del millón de cabezas, existen 12 plantas habilitas por el Senasa, las Provincias y los Municipios, y son más de 2.000 personas que trabajan en forma directa e indirecta en toda la cadena: desde el campo hasta la góndola. Mueve anualmente cerca de 200 millones de dólares en todo concepto.

Sus principales indicadores en esta primera parte del año dan cuenta del impulso que tiene. La faena en Río Negro en el primer trimestre del año alcanzó las 42.000 cabezas mostrando un crecimiento interanual del orden del 12%. En Neuquén superó las 12.000 cabezas, niveles 10% arriba de los del año anterior. Es decir, es uno de los sectores en los que claramente efectos de la pandemia no se hicieron sentir.

La rama porcina es otra de las que muestra señales positivas en medio de esta crisis generados por el coronavirus. Si bien se observa una leve caída en la faena esto no es producto de la compleja coyuntura, sino que hace ya varias temporadas se están reduciendo las cantidades de granja en la región por la importante suba de costos que está registrando la actividad.

Por su parte, la industria avícola regional faenó en estos primeros tres meses del año cerca de cinco millones de cabezas de pollos. La cifra es muy importante teniendo en cuenta que la mayor parte de estos animales fueron faenados en plantas de la región, dando así valor agregado y trabajo. Hay que señalar que los positivos números que muestra la industria avícola, en relación a su faena, se contradicen con la crisis financiera por la que está atravesando gran parte del sector bajo análisis.

La vitivinicultura regional, con mucho margen para crecer

La vitivinicultura también está haciendo un enorme esfuerzo para poder sostenerse en el mercado en medio de la crisis económica generada por la pandemia.

En el norte de la Patagonia existe algo más de 2.500 hectáreas destinadas a esta actividad con algo más de 30 bodegas de distintas características repartidas a lo largo y lo ancho de los valles de Río Negro y Neuquén.

Esta última fue la que mayor tasa de crecimiento presentó. En la última década, la producción total de uvas creció un 23%. Según datos del Instituto de Vitivinicultura de la Nación (INV) se estima que la cosecha de uvas en toda nuestra región se ubicará, en la presente temporada, en algo más de 10 millones de kilos. Como dato a tener en cuenta, las ventas desde el norte de la Patagonia alcanzaron el año pasado los cerca de los 5 millones de litros de vinos, destinándose la mayor parte de esta oferta al mercado interno.

Todo el sistema agroindustrial demanda más de 3.000 puestos de trabajo en momento de la vendimia, entre directos e indirectos, según las distintas consultas realizadas a las empresas privadas.

De darse las condiciones macroeconómicas en el país, esta industria tiene un enorme recorrido para hacer en el mercado. Y en especial en el exterior, por el reconocimiento que tienen los vinos que llegan desde la Patagonia.

Berries, lanares, frutos rojos y secos, con sus respectivas industrias, ayudan en esta coyuntura

Los valles y las mesetas de la norpatagonia concentran muchas otras actividades de agroindustriales a las ya mencionadas.

La actividad lanar es una de ellas. Río negro y Neuquén producen en promedio algo más de 5 millones de kilos por año generando divisas en torno a los 20 millones de dólares. Pero no es solo el plano económico el que interesa en esta actividad. La ganadería ovina permite contener a las poblaciones rurales en zonas de importancia para la provincia.

Frutos secos y berries, atadas a sus respectivas fases industriales, son actividades también de suma importancia para el norte de la Patagonia. Si bien las divisas que ingresan por estas actividades son limitadas, no dejan ser sostén para muchas familias que producen y venden estos productos.

 

Fuente: rionegro.com.ar

2020-05-11T11:03:57-03:00
Ir a Arriba