La citricultura, se sabe, es una de las actividades productivas más importantes y tradicionales de Entre Ríos, creadora de empleo genuino en quintas y empaques, y generadora de divisas para el país, entre otras cualidades.
La producción de citrus, sin embargo, arrastra, desde hace mucho tiempo, una serie de problemas estructurales que este año se profundizaron por razones de políticas internas y externas. El atraso evidente del tipo de cambio –que impacta en la competitividad de la cadena citrícola, como en todas las economías regionales–, la inflación sin control y la falta de mano de obra capacitada aparecen como los escollos internos más complicados de superar, mientras a nivel internacional la invasión de Rusia –principal destino de las mandarinas y naranjas entrerrianas– a Ucrania complicó el escenario de manera inesperada. “Hay azotes de distintos lados”, resumió Santiago Caprarulo, el director ejecutivo de la Cámara de Exportadores de Citrus del Noreste Argentino (Cecnea), en diálogo con CÓDIGO CAMPO.
Rusia, Reino Unido y la UE
Este año, explicó Caprarulo, arrancó con “un grado de incertidumbre enorme, con nuestro principal mercado de exportación, Rusia, jaqueado”. Se trata de un destino que hace unos años era secundario pero que ahora se convirtió en un mercado prioritario que marca precios a nivel internacional, particularmente de mandarinas, pero también de naranjas. “Es un mercado muy valorado en el mundo sobre todo por su alta capacidad de absorción de frutas”, precisó el ejecutivo.
La invasión de Rusia a Ucrania cambió el escenario y obligó a los exportadores de citrus a planificar estrategias de diversificación de mercados dado que Rusia absorbe un 40% de las mandarinas que exporta la Argentina.
Ante esta situación, para muchos inesperada, “organizamos una gira institucional y comercial al Reino Unido y a la Unión Europea, y volvimos con alguna buenas señales para incrementar los envíos al Reino Unido, que es lo que nos propusimos por fuera de la Unión Europea”, comentó Caprarulo, aunque advirtió que ahora el desafío es trabajar mucho en materia de aranceles. La expectativa es que los británicos, concretamente, puedan desprenderse de los aranceles de la Unión Europea que para la Argentina son muy nocivos porque restan competitividad. Un ejemplo: en el caso de las mandarinas el arancel es del 16%, muy elevado.
“Avanzó el año y lo de Rusia se acomodó. A través de Baltic –una naviera rusa que hace viajes directos desde Buenos Aires a San Petersburgo en 21 días– pudimos volver a comercializar a ese destino”, agregó el director ejecutivo de Cecnea. El mercado ruso, sin embargo, quedó saturado, y, además, la devaluación del rubro hizo caer sensiblemente el poder de compra de la población.
“Colocamos lo más que pudimos en Rusia, mientras en Europa continental, como siempre, seguimos con los problemas derivados de las políticas cuarentenarias en los puertos por enfermedades como mancha negra. También cayeron fuertemente los envíos a Canadá y el Sudeste Asiático debido al fuerte aumento de los fletes marítimos en dólares”, completó Caprarulo.
Fletes y dólares
A propósito: un viaje que costaba 2.000 dólares pasó a 12.000. “Se trata de un tema muy difícil de solucionar, y, por eso, trabajamos todo el año con el Gobierno en materia de política monetaria, es decir definir cuánto vale nuestra moneda porque es lo que va a definir cuánto vamos a recibir por nuestros productos aquellos que exportamos en dólares y cobramos en pesos”, añadió Caprarulo.
El atraso cambiario, en definitiva, es el problema central de los exportadores. “La brecha cambiaria nos mata porque no nos permite sobreponernos a la inflación en dólares, y esto no sólo refiere a los fletes marítimos sino también al aumento de los precios de los fertilizantes y demás insumos que se utilizan en la producción, y hasta en los cartones para los empaques, que si bien se pagan en pesos su valor surge de la base del dólar libre. Competir se vuelve muy difícil”, remarcó.
Desafíos
En este marco, la citricultura entrerriana enfrenta desafíos que no son nuevos pero que requieren estrategias que aceleren una definición favorable, por ejemplo, en materia de apertura o reapertura de mercados.
Uno de ellos, vital, es abrir el mercado de Estados Unidos, que supone viajes más cortos y mejores precios, pero también instrumentar acuerdos comerciales con distintos países. “Los acuerdos comerciales que nos brinden la posibilidad de entrar sin aranceles son casi nulos en Argentina. No me refiero sólo a los tratados de libre comercio sino a acuerdos comerciales bilaterales donde se establezca ingresar con arancel 0, como podría ser el caso de Estados Unidos”, puntualizó Caprarulo.
– ¿Cómo están Vietnam y Brasil?
– Vietnam es un mercado que supimos tener abierto y las gestiones del gobernador Gustavo Bordet han sido buenas. Con el Reino Unido, además, pudimos aumentar los cupos de exportación desde el federalismo puro, desde la provincia, porque el Gobierno nacional no quiere negociar con Londres.
Y con Brasil se está trabajando más, hemos enviado más frutas, pero es un país con un protocolo fitosanitario muy exigente y ahí estamos trabajando junto al Senasa.
Lo que viene
– El país ingresa en un año electoral y allí estarán enfocados todos. ¿Tienen alguna expectativa de que los problemas estructurales de la citricultura puedan comenzar a resolverse en lo que resta de este período constitucional? ¿O ya esperan a las próximas administraciones nacional y provincial?
– Lo estructural lo dudo mucho, si no se hizo nada este año, cuando se tuvo la oportunidad de hacerlo, no veo por qué se vaya a hacer en un año de elecciones.
La oportunidad, quizá, haya sido la asunción del ministro Sergio Massa, con todo el apoyo, como para hacer algún plan de estabilización fuerte, algún salto devaluatorio importante, como para acomodar las variables. Sobre todo porque nos estamos pegando un turo en el pie si limitamos las exportaciones.
En 2023, me parece, las prioridades van a estar puestas en otro lado.
La cuestión laboral
El director ejecutivo de Cecnea, por último, habló de un tema recurrente para el sector: la cuestión laboral. “Tenemos que absorber aumentos salariales muy elevados –que no es culpa de los trabajadores, cuyos reclamos son entendibles con una inflación de casi el 100%–. Para eso debemos tener una paritaria competitiva, pero no llegamos a cubrir los aumentos inflacionarios porque no licuamos salarios como sí puede hacerlo el Estado con aumentos que no son tan altos. Nosotros debemos ser competitivos en las paritarias porque de lo contrario no podemos sacer las frutas de las plantas, empacarlas y exportarlas”, subrayó.
Otro problema asociado a lo laboral tiene que ver con las dificultades para contratar trabajadores. “No se consigue mano de obra y la que se consigue no tiene la capacitación de antes. No tienen conocimientos sobre cosecha, falencia que estanos tratando de superar con la implementación de cursos de capacitación.
Hay, además, temas como la registración y alguna resistencia natural de los trabajadores por temor a perder beneficios sociales.
Fuente: codigocampo.com.ar