Los productores de cítricos de Sudáfrica reconocen que habrán cláusulas espejo mientras se preparan para disparar las exportaciones porque consideran que la agricultura sostenible que propone Europa sólo puede ser rentable a base de subsidios.

La asociación de productores de cítricos de Sudáfrica (CGA) han elegido a Gerrit van der Merwe como nuevo presidente de la junta directiva durante dos años con el objetivo de cargar contra el principal objetivo de los agricultores valencianos, que es defender la seguridad fitosanitaria y la recirprocidad (que los países terceros cumplan las mismas normas que los europeos).

Van der Merwe se ha marcado dos objetivos: «Nuestra red ferroviaria y nuestros puertos deben ser mucho más eficientes y es necesario luchar contra las regulaciones comerciales injustas de la UE. Estos dos obstáculos se interponen en el camino de la industria».

Tal y como ha manifestado Justin Chadwick, CEO de los productores de naranjas, mandarinas, limones y pomelos de Sudáfrica, la hoja de ruta de este productor rival de España pasa por experimentar un enorme crecimiento de su producción y de las exportaciones.

«La industria hizo hace unos años enormes inversiones en plantaciones y estamos viendo que el tamaño de las cosechas aumenta en consecuencia. Las proyecciones que podemos mostrar, si todos los actores trabajan juntos, suponen exportar 100 millones de cajas adicionales de cítricos de 15 kg en los próximos ocho años. Esto puede crear 100.000 nuevos puestos de trabajo y generar miles de millones en ingresos con las exportaciones», asegura Chaswick en su último artículo publicado en la web de la asociación de productores de cítricos sudafricanos.

 

Sudáfrica ve débil a Europa

Este objetivo es público y lo ha reiterado en diversas ocasiones la asociación de productores de cítricos de Sudáfrica. Además, existe una hoja de ruta que se basa en aprovechar la debilidad que atribuyen a Europa por querer ser sostenible. Así lo contó a mitad de marzo Paul Hardman, director de asuntos industriales de CGA, durante un congreso de productores de cítricos sudafricanos en la que pronunció una conferencia titulada «El Pacto Verde Europeo». Ahí, Paul Gardman marcó las directrices a los productores sudafricanos con las que imponerse a los agricultores europeos, tal y como ha podido comprobar Economía Digital.

Los datos que pone encima de la mesa son como el modismo de mezclar peras con manzanas. Por eso, los naranjeros sudafricanos dicen que los agricultores europeos van a recibir 387.000 millones de euros en 7 años, «es decir, dos veces la economía sudafricana». El problema que desde Sudáfrica se dibuja es que «no tenemos (los sudafricanos) acceso a todas estas finanzas que podríamos necesitar pero en Europa sí lo han hecho«. El relato sudafricano asegura que en Europa se «ha sacado el dinero de los contribuyentes y se ha pagado a los productores para se adapten a los requisitos de sostenibilidad, ideal verde y cambio climático».

El resumen sudafricano es que al agricultor europeo le pagan hasta un 45% de sus ingresos vía subsidios que no tienen en cuenta la calidad de la fruta producida y que sólo gracias a esa capacidad de desviar ayudas públicas logra ser competitiva la agricultura europea. Esta acusación sudafricana contrasta con la realidad de las protestas de los agricultores de la Comunidad Valenciana por la falta de flexibilidad en las ayudas públicas de la PAC.

Otro aspecto relevante es la advertencia que hacen sobre los pesticidas. Reconocen que van a tener que dejar de utilizarlos porque Europa los va a limitar y piden más investigación. También reconocen que “necesitan proteger, desde el punto de vista de la seguridad contra virus, su propia producción local”. Sobre el tratamiento en frío, ni una palabra en la conferencia de casi media hora de Paul Hardman.

«Por primera vez estamos viendo la intención de Europa de influir en la producción fuera de europa a través del reglamento para frenar la deforestación implulsada por la UE», alertan los sudafricanos.

«El objetivo dentro de la estrategia de la granja a la mesa es reducir los pesticidas en un 50%. Se refieren a los pesticidas más peligrosos pero es realmente importante comprender la percepción y la expectativa que se ha creado en este momento de que se puede reducir el uso de los pesticidas en un 50% para 2030″, incide el directivo de los productores sudafricanos.

 

Sudáfrica ve el filón: Europa será menos competitiva sin pesticidas

El motivo de este énfasis es que aseguran que la reducción de los pesticidas provocará que “los agricultores europeos van a tener menos opciones. Hay un aumento en la demanda de productos orgánicos porque hay nuevas expectativas que se ha construido con la estrategia de la granja a la mesa”. También inciden en que “el 25% de la producción en Europa para 2030 debe ser producida orgánicamente”.

“Sabemos, por ejemplo, que en España hay algunas áreas en las que hasta el 30% de la producción de limones es ahora orgánica”. El resto de Europa es el 3% o 4%, dicen sus datos. Y esto lo unen a que «todos los esfuerzos por aumentar los cultivos orgánicos se dejaron de lado cuando llegó la guerra de Ucrania”.

En este análisis sobre la situación del limón, que el 40% de la producción española se produce en la comarca alicantina de la Vega Baja, se obvia la crisis que padece el sector como denunció Asaja Alicante por el dumping al que acusan a la industria del zumo.

La consecuencia de que la invasión de Rusia ha centrado los esfuerzos europeos en lograr independencia energética es, según Sudáfrica, que se ha abandonado el apoyo a los agricultores. «Los productores europeos no pueden acceder a esas métricas de sostenibilidad sino acceden a esos subsidios, por lo que eso significa que ahora se están volviendo menos competitivos. Por eso vemos a los conductores holandeses conduciendo sus tractores por las carreteras y los agricultores españoles se quejan en la plaza del pueblo porque en realidad no son rentables».

 

Retos a corto, medio y largo plazo

A corto plazo, el reto para los productores sudáfricanos es adaptarse a las necesidades locales que dibujan en una Europa fragmentada. Como ejemplo, explican que en Francia se están planteando etiquetar con una escala de 1 a 7 los alimentos según el impacto en CO2. «Ahí el embalaje es clave», apuntan, para remarcar que esa medida puede no servir de nada en Alemania u Holanda.

También ponen en duda que la sostenibilidad sea una apuesta firme en Europa. “Sentimos que los estados miembros comienzan a desfragmentarse y sus requisitos se están diversificando. Creo que los minoristas van a intervenir y simplemente serán firmes en términos de lo que creen que el mercado quiere”, añaden.

En el medio plazo, en cuestión de dos años, la clave aseguran que es es que “el despliegue de la protección de cultivos en Europa va a empezar a afectarnos realmente. Nosotros, como CGA, lo que hemos hecho es hacer un seguimiento de todos los ingredientes activos que estamos utilizando en la industria. Estamos intentando predecir en qué momento se podrían retirar y buscar sustitutos».

A largo plazo, la apuesta de Europa la tienen clara. «Se van a introducir cláusulas espejo de manera que se extiendan los requisitos al lugar de producción. Es lo que llaman en Europa reciprocidad”, reconocen. Eso sí, lo que traslada la asociación de productores a los empresarios de Sudáfrica es que el problema lo tendrá Europa. “En algunos de los estados miembros de la Unión Europea usan hasta seis veces más de fertilizantes que nosotros”, aseguran.

A reglón seguido, Paul Hardman, director de asuntos industriales de CGA, asegura que usar los mismos fertilizantes en Sudáfrica que en Europa es «difícil» ya que «tenemos sistemas de producción complemente diferentes».

Y todos estos retos no les preocupan porque, sin aportar más datos, aseguran que hay dos estudios europeos en los que dicen que Europa se va a convertir en un «enorme importador neto de alimentos». Dicho de otro modo, que Europa va a necesitar «duplicar o triplicar» los alimentos que va a tener que importar.

También recomiendan hacer oídos sordos a las críticas que Europa hace de Sudáfrica. «Habrá mucho ruido de los productores europeos cuando ahora básicamente tienen las manos atadas a la espalda tratando de competir en este espacio internacional y al mismo tiempo garantizan la seguridad alimentaria dentro de la propia Europa«.

Este desprecio se une a un baño de realismo. “Se espera que los requisitos de sostenibilidad en los próximos 10 o 15 años también se conviertan en barreras comerciales” . Esto, reconoce, “va a incrementar el costo”.

 

Fuente: economiadigital.es