El presidente de FEDERCITRUS confirma una compleja situación para los citricultores de limones. No tanto, por cuestiones de mercado, para las frutas dulces (naranja, mandarinas y pomelo). Sin embargo, la macroeconomía afecta directo en el corazón de la actividad.
Productores arrastrados por la crisis…
Esto es gente que no ha podido sostener la producción o que ha optado por otras producciones más rentables. Esta crisis no tiene precedentes en los años de historia que tiene la limonicultura del Norte argentino y marca lo que es un poco la crisis de precios que se ha vivido estos años. Los cítricos dulces que se producen en el NOA y en el NEA, han tenido otra realidad. Hay precios internacionales buenos, sobre todo de los derivados industriales de la naranja. Hubo una caída de la producción mundial tanto de naranja como de derivados industriales, de especialmente de jugo. Esto ha provocado una importante mejora en los precios relativos de todo el sector. La mandarina también ha tenido precios internacionales buenos, y también un mercado interno con precios atractivos que ha hecho que se reserve en frío parte de la producción. Esto ocurre para abastecer la demanda interna durante los meses de verano.
Estamos hablando de dos situaciones claramente distintas.
Si. Y en el futuro inmediato yo no veo circunstancias que permitan modificar radicalmente esto. En el caso del limón, se están estudiando otros para agregar sumar al jugo. Se trabaja para la producción de ácido cítrico, que absorbería exactamente el remanente que viene pasando de año a año, sin vender de este producto. Creo que sería muy beneficioso para la actividad. Estamos en una etapa final del estudio, tanto de actividad técnica como económica. Sería un valor agregado a un producto que la Argentina importa por no menos de 35 millones de dólares todos los años. Y que es un insumo vital de la industria alimenticia.
Y el tema de la sanidad, ¿Cómo afecta al sector?
La caída de la producción de naranjas en el mundo, está básicamente provocada por el famoso HLB (Huanglongbing) que es una bacteria que hemos aparentemente importado de la China. Digo aparentemente porque no es categórico en la determinación de origen, pero que ha afectado gravemente a la citricultura del estado de Florida, en Estados Unidos, y en parte de Centroamérica, y de Brasil, donde hubo una fuerte caída de la producción de naranjas. En algunos sectores prácticamente se ha eliminado la actividad económica como sustento de desarrollo de un sector y de una región. Evidentemente la naranja ha resultado ser bastante más lábil que el limón o el pomelo en el tema del HLB y ha sido particularmente afectada en estos países. También hay afectación en países de África que hoy son importantes productores de naranjas. Esto provocó una caída de más de un tercio de la producción mundial si la medimos desde los últimos 10 años. Y explica la suba de precios del jugo, la valorización del aceite esencial de naranja, que hasta hace unos años era muy poco valorado, e incluso el uso de la cáscara deshidratada de naranja también como insumo de la producción de pectina.
Ahora, en la producción argentina, ¿Qué porcentaje va al mercado interno y qué porcentaje a exportación?
En el caso del limón, sobre una producción promedio de alrededor de 2 millones de toneladas, aunque este año ha sido un poco más baja, básicamente por la erradicación de hectáreas a las que hice referencia y también por cuestiones climáticas, el consumo interno está en el orden del 10%. Es decir, 200.000 toneladas. Con respecto al cítrico dulce, es una pregunta de difícil respuesta porque obviamente tiene un mercado más importante, no solo porque se producen jugos con destino al mercado interno. Los derivados industriales del limón son básicamente de exportación, pero los derivados industriales de naranja y de mandarina tienen una parte que va al mercado interno. No se olvide que hay jugos que van del exprimidor directamente a la caja, al frío y de ahí a la góndola. Son los jugos que no vienen de un polvo, de un sintetizado. Después hay mucha producción de derivados en polvo que tienen consumo interno. Así que es una pregunta que no estoy en condiciones de responder. El mercado interno de la naranja fresca también es un mercado que hoy resulta difícil mensurar, pero claramente tiene volúmenes mucho más importantes que el limón. No se olvide, además, que la naranja y la mandarina son un alimento y el limón es un condimento.
Buena la aclaración. Supongo que el acceso a la rentabilidad tampoco es el mismo. ¿Cómo está la situación hoy?
– En pocas palabras, la situación parece muy prometedora para los cítricos dulces en los próximos años. Y en el caso del limón es una permanente búsqueda del equilibrio entre lo que el mundo nos demanda y lo que estamos dispuestos a ofrecer. En este momento estamos lejos del equilibrio. La actividad genera, desde hace 5 años, pérdidas claras al productor no integrado. Es el caso del productor que solo produce fruta y no tiene actividad exportadora de fresco o no tiene industria. Y hay industrias que por la naturaleza de sus clientes también tienen situaciones críticas que les impiden pagar la materia prima en los precios, ya no de rentabilidad sino de reposición. Si uno recibe por su producto la mitad de lo que cuesta reponerlo, la pérdida es grave. Y eso pasa y está provocando la fuga de muchos productores hacia otros sectores o el abandono directamente de fincas, porque no se pueden mantener. El costo de reposición de la fruta en una hectárea está perfectamente medido y es muy superior al precio promedio que han recibido sus productores por su fruta.
Claro, están afectados por el tipo de cambio, y en su momento, por los derechos de exportación.
Sí, en este momento no tenemos retenciones a la exportación. Pero insisto, el tipo de cambio afecta a todos los sectores, tanto para la compra como para la venta. Es un factor más, pero los precios internacionales son bajos y tienen una reacción en cadena hacia abajo, donde la fruta es la variable de ajuste. No podemos modificar el costo industrial ni el costo del frío. No se olvide que el jugo se almacena a 20 grados bajo cero. Además, están el costo de los fletes marítimos, el costo de la madera, variables que exceden la determinación de la actividad. Entonces el costo final es la fruta. Y cuando el valor final no cubre el gasto, hay una clara situación de crisis. Durante los últimos meses se fue alterando la ecuación del tipo cambio, y eso nos perjudicó. Tuvimos que exportar con tipo cambio oficial, y aunque en los últimos meses fue mejorando parcialmente, hay muchos insumos que no conseguíamos, o que, en casos de confianza entre proveedor y cliente, se entregaban a precio abierto o directamente tenían un precio vinculado al dólar real. Entonces, eso agravaba la situación de costos del sector.
Y en cuanto a destinos de exportación, ¿eso ha cambiado en los últimos tiempos?
Cuando hablamos de exportación hay que distinguir lo que son los productos industriales de la fruta fresca. La gente tiende a valorar solo como destino de exportación el de la fruta fresca. Los volúmenes de exportación de industriales son mucho más importantes que los de fresco. Y tienen mercados clásicos, donde Estados Unidos es nuestro principal cliente. En relación a la fruta fresca, la Unión Europea sigue siendo nuestro principal cliente, y Estados Unidos ya es el segundo. Este año fue nuestro récord en nuestra corta experiencia con el mercado norteamericano. Hemos estado cerca de las 80 mil toneladas de la exportación de fresco. Pero no hay una sustantiva variación de los destinos. A partir de la pandemia y el encarecimiento de los fletes, se nos complicó mucho lo que era un proyecto muy importante: el mercado chino y el mercado japonés. Esperamos que, con la normalización del comercio internacional, sean mercados a los que podamos volver a acceder en buenas condiciones. Hubo una serie de condicionamientos que nos impidieron seguir yendo a esos mercados. Pero calculo que esto va a ir normalizándose.
Y ¿hay expectativas con el cambio de gobierno? ¿Hay un horizonte más claro?
Sí, tenemos una expectativa de que haya una normalización de los tipos de cambio. No digo unificación, que sería lo que cualquier economía del mundo pretende y necesita. Un solo tipo de cambio. Cualquier transición hacia la normalidad económica sería tener un tipo de cambio igual para la compra y para la venta. Obviamente, que sea un tipo de cambio que estimule la producción y la exportación, que son vitales para el futuro económico de la Argentina. Necesitamos mejorar el perfil externo y aumentar las exportaciones. Hay que crear las condiciones para que la actividad privada se entusiasme, invierta y exporte. Pero nadie va a entusiasmarse si no tiene rentabilidad.
Fuente: masp.lmneuquen.com